miércoles, 10 de marzo de 2010

Me niego a que seamos muñecos.


Y es lo que para la minoría a la que hemos permitido que nos mangoneen somos. Vivimos en la mentira de la individualidad de la persona en una sociedad que está organizada para el uso y disfrute de unos pocos.

Nos manejan. Y lo llevan haciendo toda la vida. Nos han educado para pensar que al vivir en un país democrático, todo es justo y nos lo merecemos. Si hemos elegido a unos gobernantes, lo que hagan se debe acatar porque los hemos puesto ahí nosotros mismos. Qué mentira. Si tú haces mal tu trabajo, lo perderás. Hemos de conseguir que nadie se libre de eso. No dejaremos que queden impunes quienes asolan los ahorros de un país y no tienen la decencia de dejar que otros con ideas más prácticas intenten cambiar la situación. No importa su color, nos da lo mismo. Si no lo sabes hacer, dedícate a otra cosa.

Mientras viajas en un autobús, detienes el tiempo un momento y analizas lo que ves. Clones. La clonación humana al servicio de la acumulación de bienes sin sentido alguno. Y yo el primero. Le doy alimento a la bestia cada vez que cambio mi sangre por algo superfluo. Tú también.

Nos parece normal trabajar durante tres horas para conseguir unas deportivas que realmente cuestan media hora, y nos sentimos felices cuando nos las ofrecen por dos, pensando que somos privilegiados. Y así con todo lo que Ellos consiguen que pensemos que es necesario. Vuelves a mirar a tu alrededor y piensas que sí somos únicos. Ellos creen que nunca saldremos de su mentira, pero están equivocados. Nos hemos despertado y no nos podrán parar. Denunciaremos el abuso, con la fuerza de la unidad, sin color. El sentido común debe volver a la sociedad, y podemos lograrlo, siendo muchos. Y no es difícil, porque Ellos son pocos, y nosotros estamos en todos los ámbitos de la sociedad, porque aquí cabemos todos. Personas e ideas.

Yo no soy un clon. ¿Y tú?.

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